El pasado mes de mayo se conjugaron todo tipo de frases alrededor de la palabra “cambio”. Meses después, muchas de las promesas e ilusiones convocadas han caído en saco roto. Y las condiciones de vida y trabajo de los madrileños siguen empeorando. En la Comunidad de Madrid, a pesar de contar con muchas de las riquezas industriales e infraestructuras del Estado, sigue existiendo un índice de paro escandaloso. La industria se destruyó, se pretendió convertir a Madrid en una de las capitales del turismo, y aún así, en agosto de 2015, el número de parados aumentó en más de 4000 personas con respecto al mes anterior.
En total, estamos hablando de cerca de medio millón de trabajadores y trabajadoras parados, más de la mitad mujeres. Mujeres que tendrían que trabajar 81 días más al año para cobrar lo mismo que un compañero varón en el mismo puesto. En toda la Comunidad existen 300000 viviendas vacías, pero desde que comenzó la crisis se ha echado de sus casas a más de 50000 familias. Para otros tantos miles la única “solución” ha sido la de firmar una vuelta de tuerca en favor de la extorsión bancaria: lo que es la refinanciación o la dación en pago.
Solo en el primer semestre de 2015, murieron 41 trabajadores en accidentes laborales, y 150 quedaron heridos graves. Los índices son peores que los de 2014. Obreros y obreras siguen muriendo en el trabajo, y nada se dice de ellos.
La educación privada y concertada es casi tan grande como la pública. El promedio de centros de salud por es de 0’41 por cada 10000 habitantes. En regiones como el oeste metropolitano baja hasta el 0’32. En decenas de municipios pequeños no existe ningún centro médico. Como tampoco existen bibliotecas públicas en muchos pueblos de la Comunidad. Ni cines. Toda oferta cultural está devorada por el comercio. En Madrid se puede encontrar un centro comercial abierto de madrugada con más facilidad que un centro médico con servicio de urgencias.
Estas son las condiciones, la vida real en el capitalismo del avanzado centro de España. Toda la retórica del “cambio” no cambia ni un ápice que eleve sustancialmente el nivel de vida de la clase obrera y del pueblo madrileño.
El más sonado de los triunfos del “cambio” ha sido el de la capital: el gobierno de Carmena se ha significado por ceder a todas las presiones del capital y seguir refugiándose en la retórica oportunista y la política del gesto simbólico. Se puso del lado de la oposición golpista venezolana, votando junto al PP, pero calló ante el encarcelamiento de Alfon. Habló de un Plan Urgente de empleo, y aún no hay aprobada ni una propuesta. Tardó solo dos días en renunciar a su propuesta del Banco Público. Habla de remunicipalizar servicios a menudo, pero solo tardó un mes en privatizar su primera infraestructura pública: el Centro Deportivo Barceló, cediéndole su gestión a Carpa SL, de uno de los empresarios vinculados a la trama Gürtel. ¿El cambio era esto?
Basta ya de vender humo. El capitalismo no es reformable. Las condiciones actuales de vida y trabajo en Madrid, como en el resto del país, solo pueden cambiarse generando la organización obrera y popular que rompa con la raíz del problema: el capitalismo.
Somos la clase obrera y el pueblo trabajador los que ponemos a funcionar Madrid cada mañana, desde la Sierra hasta Aranjuez. Seamos nosotros los que decidamos cómo y en qué distribuir la riqueza que generamos.
Madrid no necesita un cambio, necesita una revolución.
Únete al Partido Comunista. Vamos a tomar las riendas de nuestro destino.
Septiembre, 2015
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