El
mobiliario urbano madrileño ha estado inmerso en un proceso de renovación en
este último periodo. Este hecho a priori puede parecernos positivo, mas se nos
mostrará tras un análisis pormenorizado del asunto como es una nueva estocada
a la clase obrera y los sectores
populares en general; y a los sectores más duramente abocados a la penuria como
consecuencia del sistema capitalista, en particular.
Los bancos
corridos ordinarios han pasado a tener un separador o directamente ser
sustituidos por asientos de carácter individual, se han colocado adoquines en
el mobiliario público en una disposición espacial muy concreta, se han puesto
barreras en los asientos de las marquesinas, etc.Toda esta sucesión de
modificaciones deja poco espacio a una motivación meramente estética como
impulso del cambio. Vemos como el conjunto de trabajadoras y trabajadores han
percibido muy bien a título casi intuitivo la motivación última de todas estas
novedades, tildándolas de “medidas antimendigos”. Y es que, causalmente,
separadores, adoquines y otros elementos impiden a los llamados indigentes, en
creciente número en medio de la crisis estructural del sistema capitalista,
tumbarse para 'descansar', si es que cabe posibilidad de descanso dormir en el
suelo. La inminente llegada del invierno resalta la importancia de estos
lugares que les permitían resguardarse en la medida de lo posible del frío estando
elevados sobre el suelo y protegerse de la lluvia por ejemplo bajo el techado
de las marquesinas.
Para presentar
abiertamente la situación en toda su crudeza y descubrir su sesgo de clase,
analizaremos esta a través de la particularidad de una de sus manifestaciones; la
cuestión de las marquesinas.
La empresa
concesionaria encargada de costear la fabricación, instalación y mantenimiento
de todas las 4250 nuevas marquesinas, que incluyen el separador antes
mencionado, ha sido UTE (Unión Temporal de Empresas), formada por Cemusa y
JCDecaux; siendo el precio fijado en el concurso público de 150 millones de
euros. La UTE detentará la explotación de los soportes publicitarios; si
tomamos como precio genérico el de 175 euros semanales por publicitarse en una
de las caras de una marquesina y haciendo los cálculos pertinentes, concluimos
que en un año durante los primeros cuatro meses recuperaran el gasto realizado
traduciéndose los meses restantes en beneficios.
Ante esto
cabe preguntarnos ¿quién se beneficia?. Y la única respuesta clara y concisa se
sitúa en coordenadas clasistas. La beneficiara de toda esta situación es la
clase dominante, la burguesía, sacando réditos dobles en este caso; por una
parte los de carácter económico, posibilitados por el Ayuntamiento de Madrid
que no conforma más que una de las delegaciones de la gran junta de
administración de los intereses de la oligarquía de este país. Y de otro lado
se intenta expulsar de los espacios públicos y suprimir de la subjetividad de
la clase obrera y los sectores populares el reflejo de una realidad existente
como lo es la de la mendicidad; consecuencia de las propias contradicciones del
sistema capitalista.
Mientras que
las políticas del Ayto. se destinan a través de estas prácticas legales y la
ristra de acciones ilegales que se gestan entre bambalinas, las políticas para
paliar la indigencia brillan por su ausencia. Los desahucios han expulsado de
sus hogares a familias obreras que se han quedado sin techo y sin sustento.
Para evitar las situaciones de pobreza extrema debemos levantar un conjunto de
reivindicaciones para ser puestas en práctica de forma inmediata como:
- Salario Mínimo
Interprofesional 1.200 euros.
- Prestación de paro
indefinida.
- Garantía de
servicios básicos, luz y agua, en situaciones de paro.
- Ni una hipoteca
ejecutada por la banca, moratoria en situaciones de paro y
devolución de las
viviendas subastadas.
Además, para
aquellos indigentes que padezcan algún tipo de adicción a las drogas o al
alcohol los servicios sociales deberán incluir programas de rehabilitación
completamente gratuitos en los que se incluya una progresiva inserción laboral.
Somos
conscientes de que la resolución de la miseria, de la mendicidad y de todas y
cada una de las consecuencias de la explotación capitalista, sólo puede venir
dada por la superación de sus contradicciones internas, por una lucha cuyas
metas estén en consonancia con los intereses objetivos de la clase obrera y los
sectores populares; por la lucha por el socialismo-comunismo.
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