martes, 7 de febrero de 2012

[UP-PCPE] Octavilla para la manifestación del 7 de febrero


Todos a la manifestación del 7 de febrero. 18:30 en Neptuno

El gobierno de la Comunidad de Madrid, después de bloquear la negociación colectiva con sus empleados durante más de cuatro años, ha impuesto ahora, por ley, un aumento del tiempo de trabajo y una reducción de las retribuciones en las bajas por enfermedad (al negarse a pagar su parte). Son medidas que destruyen miles de empleos en un contexto de 5 millones y medio de parados, que deterioran los servicios públicos para privatizar los rentables, que aumentan la explotación de la clase obrera y que agravan la crisis económica. La línea es la misma que aplica el gobierno central del PP, que aplicó su predecesor del PSOE y que impulsan la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Después de la congelación del salario mínimo y prácticamente de las pensiones; después de la subida de impuestos, en un 75% a cargo de las rentas del trabajo; la siguiente vuelta de tuerca es la nueva reforma laboral que disminuirá todavía más la protección legal y el precio de la fuerza de trabajo.

Ante unas agresiones tan graves contra nuestro salario directo e indirecto, nuestros derechos y nuestras condiciones de vida, hay dos caminos: el de la resignación y la rendición, como nos aconsejan todos los medios de propaganda burgueses; o el de la legítima defensa, el camino de la lucha. Este camino es el justo, porque no somos nosotros sino los capitalistas los responsables de la crisis y son ellos los que deben pagarla. Será un camino duro y con pocos éxitos a corto plazo, pero es el único que nos permitirá frenar nuestro empobrecimiento y, en su lugar, reconstruir la sociedad sobre la base de los intereses de la mayoría trabajadora, frente al devastador afán de lucro de la minoría capitalista. Ésta manda en los gobiernos y parlamentos, pero nosotros somos muchos más y somos quienes movemos el mundo, quienes producimos las riquezas y sus ganancias. La clase obrera es la mayor fuerza social y lo demostrará a medida que crezca su conciencia, determinación, unidad y organización. El paso de la sumisión a la rebeldía ya han empezado a darlo miles de trabajadores y, en los próximos tiempos, lo darán millones, sin que pueda impedirlo todo el enorme poder de que disponen los capitalistas y sus gobiernos.



La bestia malherida del capitalismo

Éstos están aplicando paliativos financieros (austeridad, recortes, créditos, etc.) para una crisis financiera, cuando la raíz del problema es la crisis de sobreproducción que el capitalismo viene arrastrando desde los años 70. Han ido remendándola a base de artificios financieros pero, al final, la tasa de ganancia general no se recupera, los mercados se agotan (además de aparecer nuevos competidores por la propia dinámica de desarrollo desigual del capitalismo), las deudas crecen hasta que ya no pueden pagarse y todo el sistema de relaciones económicas se colapsa. Después de 30 años de estancamiento del salario real medio, ha empezado la etapa de su descenso para así poder sanear las cuentas públicas y privadas del capital. No se trata de un simple ciclo pasajero. Ya no vivimos en un capitalismo de libre competencia en el que se destruían “pacíficamente” las fuerzas productivas sobrantes para volver a comenzar. Ahora, los actores son monopolios gigantescos que no están dispuestos a desaparecer pacíficamente. Además, que nadie crea que la reducción salarial resuelve el problema de los mercados: en todo caso, sacrifica el mercado interior para trasladar la competencia entre capitales a la palestra internacional; en última instancia, por medio de la guerra. Sólo si ésta es suficientemente devastadora, el capitalismo podrá volver a desarrollarse a sus anchas.

En definitiva, nos encontramos en un punto de no retorno: ni el capitalismo volverá a ser igual, ni permitirá que recuperemos nuestras condiciones de vida anteriores. El “Estado de bienestar” –en lo que tuvo de cierto- fue el fruto de la lucha de la clase obrera. Pero estas concesiones fueron una excepción a la ley general de la acumulación capitalista que determina el empobrecimiento de los trabajadores asalariados: fueron posibles por la explotación imperialista de Europa y Norteamérica sobre las tres cuartas partes restantes de la humanidad. La crisis ha empezado a derrumbar toda esta prosperidad corrupta y a mostrar en su desnudez a un capitalismo que ha engendrado unas fuerzas productivas sociales que ya no caben en el estrecho marco de la propiedad privada y que exigen una revolución socialista que las convierta en posesión colectiva de toda la sociedad.

Preparar la defensa para pasar a la ofensiva

Los comunistas apoyamos todas las legítimas luchas de resistencia que convocan CCOO, UGT y los demás sindicatos contra la voracidad de los capitalistas y en defensa de unas condiciones de vida dignas para los trabajadores y trabajadoras. Así lo hicimos en la Huelga General del 29 de Septiembre de 2010 y vamos a seguir haciéndolo hasta las últimas consecuencias, es decir, combatiendo toda tendencia conservadora o reaccionaria que pretenda recuperar la “prosperidad” anterior a través de la colaboración con los capitalistas, ya que es una pretensión que ha perdido todo fundamento. Lamentablemente, creen en ello todavía muchos asalariados y, lo que es peor, también las cúpulas dirigentes de los grandes sindicatos. Después de respaldar durante años las medidas anti-obreras más decisivas, han consentido el aumento de la edad de jubilación y acaban de pactar con la patronal una reducción salarial y una fragmentación de la negociación colectiva enfiladas a hacer más competitiva la economía española en el exterior. Es decir, en lugar de defender a la clase obrera –que es el cometido de un sindicato-, traicionan el internacionalismo proletario para sumarse a la ambición imperialista de la burguesía, que sólo nos conduce a la miseria y a la guerra. Por eso, junto con el PCPE, llamamos “al conjunto de delegados y delegadas sindicales, a toda la afiliación de todos los sindicatos y a los trabajadores y trabajadoras en general a la insumisión a estos acuerdos”.

El capitalismo, con la actual crisis económica, está proletarizando a la gran mayoría de la población, está empobreciendo a la clase obrera y está igualando a la baja a todos los estratos de ésta. En definitiva, involuntariamente, está allanando el camino para el progreso de la lucha de clases franca, abierta, entre el proletariado y la burguesía. Los comunistas apoyamos este camino de lucha, que es el único consecuente con las condiciones reales. Llamamos al movimiento obrero a dejar de implorar migajas a los patronos y a preparar la revolución socialista que la crisis del capitalismo ha puesto al orden del día. Como concluye el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Marx y Engels: “Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

Ante todo, llamamos a los trabajadores y trabajadoras con mayor conciencia de clase a reforzar las filas del Partido Comunista de los Pueblos de España, constituyendo células del mismo en las fábricas, centros de trabajo y de estudio, barrios y localidades, a fin de educar, organizar y dirigir al resto del proletariado y del pueblo por el camino revolucionario.

A partir de ahí, comprendiendo que las masas trabajadoras necesitan organizarse en sindicatos para aprender a defenderse y para desarrollarse políticamente, proclamamos que los sindicatos son suyos y que tienen que recuperarlos. No sobra ninguna de las organizaciones sindicales. Lo que sobran son los traidores dentro de ellas. Mientras, hay que proteger al máximo las luchas de las interferencias de éstos, promoviéndolas desde los órganos unitarios de trabajadores y trabajadoras, desde las Asambleas, Comités de Empresa, Juntas de Personal y Comités de Huelga. Apoyamos el llamamiento del PCPE “a organizar Comités para la Unidad Obrera (CUO), estructuras asamblearias de base a niveles de empresa y territoriales sin importar la afiliación sindical de cada quien, y que tengan como objetivo levantar una movilización sostenida con el horizonte de la Huelga General”.

¡Ni resignación, ni colaboración con los explotadores!

¡Todos y todas a la manifestación del 7 de febrero!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

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